No todas las lesiones por accidente son inmediatamente perceptibles, lo que incluye por supuesto las lesiones sufridas en accidentes automovilísticos. En muchos casos, una lesión puede tardar días -incluso semanas- en manifestarse por completo, siendo posible que algunos síntomas iniciales sean caracterizados como leves cuando no lo son. En muchos casos, esto puede llevar a una persona a preguntarse si esto puede retrasar o comprometer el proceso para obtener una indemnización.
Aunque algunas personas consideran prudente esperar a que los dolores o síntomas de una lesión se reduzcan antes de buscar atención, algunas con la esperanza de que estos desaparezcan por cuenta propia, es importante recordar que esta decisión puede llegar a costarte cualquier indemnización que decidas buscar en el futuro.
Presentes o no síntomas inmediatos, es esencial que acudas al médico en un plazo de 72 horas tras el accidente, pues este es el plazo que muchas aseguradoras consideran “razonable” para que cualquier lesión grave que puedas haber sufrido sea tratada adecuadamente. Esperar demasiado puede dar a una aseguradora argumentos para restar importancia a tu reclamo, alegando si no has buscado tratamiento de forma inmediata, eso quiere decir que tu lesión no es tan grave (y tan merecedora de compensación) como afirmas.
Del mismo modo, si faltas a tus citas médicas con frecuencia, o si no sigues de forma adecuada tus tratamientos, la aseguradora de la parte demandada podría intentar argumentar que tus lesiones no son tan graves.
Para algunas personas, los síntomas de lesión sólo se hacen perceptibles días después del accidente. Sin importar cuando identifiques posibles sintomas, es importante que esés atento a cualquier malestar durante las primeras seis a ocho semanas tras tu accidente, pues cualquier síntoma que aparezca o persista durante este plazo podría indicar la persistencia o desarrollo de una lesión grave que requiere atención médica. Algunos síntomas tardíos o persistentes que debes vigilar incluyen:
- Dolor en cualquier parte del cuerpo
- Rigidez en el cuello o en los hombros
- Hormigueo, entumecimiento o debilidad en brazos o piernas.
- Dificultad o dolor al moverte
- Dolores de cabeza recurrentes o constantes
- Problemas de memoria, fatiga y somnolencia
- Problemas de visión o audición