Una de las partes más vulnerables del cuerpo es la cabeza, y por consiguiente el cerebro. Cuando una persona recibe un impacto con la fuerza que normalmente involucra un accidente automovilístico, es común que esta sufra una lesión cerebral traumática, cuya intensidad puede variar de moderadas a graves.
En conjunto con sus efectos inmediatos, que suelen requerir atención y seguimiento médico prácticamente desde el momento en el que ocurren, este tipo de lesiones también pueden manifestar efectos secundarios; bien sea inmediatamente después del incidente o semanas, e incluso meses, luego de que este ocurra.
Un ejemplo de esto es la manera en la que una conmoción cerebral puede tener consecuencias en la manera en la que la persona afectada percibe, procesa y almacena información. Este cambio en el procesamiento de la información es una de las principales causas en alteraciones emocionales en víctimas de lesiones cerebrales, quienes no solo tendrán que lidiar con el impacto físico y económico de sus lesiones, sino también con la manera en la que estas afectan su calidad de vida y sus actividades diarias.
En términos generales, las víctimas de lesiones cerebrales traumáticas pueden experimentar cambios de humor drásticos, así como síntomas de depresión, irritabilidad, tendencia al aislamiento y altos niveles de ansiedad. La gravedad de estos problemas dependerá no solo de la zona cerebral afectada por la lesión, sino de la gravedad de esta última. Cuando un ser querido ve su comportamiento afectado por un incidente de este tipo, es importante recordar que cada persona presenta síntomas únicos, por lo que es mejor enfocarse en cómo ayudarlos a acceder a un tratamiento que les permita recuperarse de forma plena.
En ciertos casos, es posible que la persona afectada pueda ver su capacidad de controlar o expresar sus emociones de forma habitual. También es importante recordar que algunas víctimas de lesiones pueden desarrollar síntomas de trastorno de estrés postraumático, el cual puede manifestarse de varias maneras, incluyendo:
- Sentir miedo a conducir o salir de casa nuevamente
- Sentir ansiedad moderada o ataques de pánico
- Experimentar recuerdos e imágenes perturbadoras del accidente con frecuencia
- Pesadillas o problemas de sueño